QUE VIVA LA FIESTA BRAVA! POR: óscar mejía

jueves, 2 de octubre de 2008

Sabrosa plática

con Don Juan López Carranza

01/10/2008
Narrada a María López Gutierrez

Don Juan López con su nieto Carlo en la Plaza México
Yo empecé a ir a los toros desde el año 1935, yo no sabía nada de toros, yo iba a ver a “don Catarino” de los toreros bufos que era el que dirigía al grupo, conocí muchas plazas que ya no existen y vi torear a muchos toreros. Había una plaza que se llamaba “Vista Alegre” que estaba en la colonia Asturias, ahí vi torear a muchos, en la plaza del “Toreo de la Condesa” había los jueves taurinos y la entrada costaba de 15 a 25 centavos pero de azotea y, ya después teníamos como bajarnos y nos íbamos a sol general. En esa plaza de los que me acuerdo haber visto torear fue a Pepe Ortiz, Jesús Solórzano, Armillita, Lorenzo Garza, a Juan Silveti que le decían “Juan sin miedo” o “el Meco” porque cuando ya tenía bien dominado al toro le hacia un desplante aventaba la muleta y agarraba el pitón con las dos manos y se lo mordía, no se lo acariciaba, claro no siempre lo hacía por eso le pusieron "Juan sin miedo" porque anteriormente le decían chimeco, también había un torero español que le decían “Cagancho” que duro muchos años toreando aquí en México, vi torear a Félix Guzmán que era uno de los arrieros de los corrales de don Prospero Montes de Oca “el amo” que compraba furgones llenos de toros criollos pero en algunas ocasiones salían unos buenos para torear, pero no eran de ganadería y él aprovechaba para torearlos . De los novilleros que mas me acuerdo son de Paco Ortiz porque no había tarde que el toro no le rompiera el traje de luces, tanto así, que ya le tenían siempre listo un pantalón de monosabio, también vi a un novillero que le decían “el Tulin” que a la hora de matar le fallo y se atravesó todo el estoque en la pantorrilla de lado a lado, otro novillero que le decían “el Zapatero” tenía un taller de zapatería en puente de la morena, por ahí vivía también Andrés Blando de alguien que me acuerdo mucho es de Jesús le decían “el cacarizo” era el puntillero del rastro de Tacubaya y apuntillaba por lo menos 100 vacas diarias y los días de corrida era el puntillero de los toros y lo hacía sin tocarlos según como tuviera la cabeza el toro cogía la puntilla desde lejos se la aventaba y apuntillaba al toro cosa que nunca he vuelto a ver, únicamente a él, era alto, delgado muy buena persona. Otra experiencia es que “al Soldado” le pusieron así, porque le iba a lavar el coche a mi papá, que en aquel entonces era coronel estaba en el ejército y le regalaba ropa, parecía soldado y por eso lo llamaron así porque no tenía nada que ver con el ejército ni fue soldado y había una pulquería que se llamaba “los charros” y la mamá del Soldado vendía tripas asadas en el comal, por cierto muy ricas yo las llegue a comer. También tuve la oportunidad de ver debutar a Manolo Martínez en la plaza “la Aurora”. De toreros españoles no me acuerdo mucho pero si vi a “Litri” a “Manolete” varias veces en el toreo y en la plaza México, recuerdo que una vez que fui estaba don Maximino Ávila Camacho a quien le brindo el toro y uno de los espectadores le grito a “Manolete” ¡porque nunca te ríes “Manolete”! y le respondió; es que vengo a jugarme la vida. Me contaron eso yo no lo vi, que en la inauguración de la plaza México cuando “Manolete” estaba en el patio de cuadrillas y vio esa plaza a reventar pregunto y toda esa gente a que viene, refiriéndose a los de general, fue lo único que comento, y la ilusión de él era morir en los cuernos de un toro, porque tenía último grado de tuberculosis, yo le vendí un trascabo al doctor que veía a “Manolete” cuando estaba en México y él me lo platico, me dijo él quiera morir en el ruedo porque la enfermedad que tenia era incurable, era espectacular ver torear a “Manolete” , vi a otros toreros como al “Calesero” cuando era solo Alfonso Ramírez, no era un torero conocido, de cartel, ya estaba en campaña de despedida y cuando se despedía en la plaza México, tuvo un triunfo como nunca, y ya no se retiro y de ahí resurgió “El Calesero” , otro torero Antonio del Olivar fue muy criticado por haber aceptado torear con “El Calesero” si no era figura y cual va siendo la sorpresa de todos los que fueron a la plaza que su toro lo toreo muy bien y para mala suerte Antonio del Olivar le toco en primer lugar un toro malo y no hizo nada ni con su segundo, el público ni le hacía caso pero hizo una faena con el capote que nunca he vuelto a ver otra así, se dormía en el toro, también vi a Silverio Pérez. Manuel Capetillo, se dormía en el morrillo de los toros, a mi me gustaba mucho como toreaba, se hacía como arco y toreaba muy bonito, por eso le decían el mejor muletero del mundo, también vi torear a Antonio Velázquez y de las cornadas más feas que vi fueron de estos últimos dos, la de Antonio Velásquez le entro el cuerno por el cuello y le llego hasta el paladar, y la de Manuel Capetillo el toro le metió el pitón por la cintura y se lo llevo arrastrando lastimándolo mucho, la cornada que también vi fue la de Gabino Aguilar que le dio la cornada en los testículos, al que también casi me toca verlo morir fue a “Joselillo” un torero español muy bueno, murió en el hospital de los toreros que estaba en la colonia Noche Buena, cuando yo terminaba de trabajar pase por ahí, y vi mucha gente y decían: acaba de morir “Joselillo”, el papá de Juan Silveti iba a matar a uno de los doctores, que duro mucho tiempo en la plaza México y en el Toreo, ese día toreo Félix Guzmán en el Toreo, lo cogió el toro, el doctor estaba bien borracho, y uno de los doctores que lo opero, lo opero bien pero le dejo la gasa adentro, cuando le fueron a hacer la revisión ya tenía gangrena y le querían cortar la pierna, era amigo de nosotros y nos comentaba que prefería morir que estar sin una pierna, y si falleció. Juan Silveti fue a los toros, siempre andaba vestido de charro con su sombrero y tenia fleco, estaba en la puerta de cuadrillas, estaba muy enojado, y cuando vio entrar al doctor le reclamo que por su culpa había muerto Félix Guzmán, saco la pistola pero le detuvieron la mano y ya no lo mato. En aquella época los policías de tránsito tenían un cajón, no había semáforos, y se les aventaba, era de carácter muy fuerte. Un peón de brega muy bueno fue “el flaco” Valencia, y cuando tenía el par de banderillas el publico apostaba si eran pares o nones, pero como peón era muy bueno, recuerdo a un monosabio llamado Simón Cárdenas el cual le salvo la vida a muchos toreros, se iba sobre los toros les jalaba la cola para quitarles el toro a los toreros. Conchita Cintron era una muy buena torera, pero el que la retiro fue don Maximino Ávila Camacho, le dijo que ya no torearía, porque este Maximino era muy canijo con las mujeres. Me acuerdo que en la calle de Velázquez por Mixcoac había una placita que se llamaba “el Condado” de ahí salió Jesús Córdoba, después de los toros seguía el baile con el mismo boleto que se pagaba para entrar a los toros, había otra plaza de toros en Mariano Escobedo y ahí toreaba mucho “el Palillo” y su cuadrilla eran las coristas del teatro Colonial, nada mas partían plaza con su capote, salían en traje de baño pero ellas no toreaban iba mucha gente, pero solo por las coristas y los otros toreros salían con sus cuadrillas normales. En el Toreo de la Condesa siempre se hacia un relajo los de la porra llevaban medias con anilina o yeso y se las aventaban al público y como muchos ya sabían, volteaban sus sacos porque no sabían a qué hora les iba a llegar la pintura de anilina, lo que me dio mucha risa fue una ocasión que unos jarochos llevaron en un costal de harina a un gato y a media faena soltaron al gato, todos gritaban porque pasaba por la cabeza del público y les encajaba las uñas, cuando terminaba la corrida nos bajábamos al ruedo, ponían un palo encebado en el centro del ruedo y por lo general casi siempre me los ganaba, porque nos poníamos de acuerdo muchos cobradores y choferes de la línea de camiones donde yo trabajaba, dejábamos que le echaran arena al palo, y ya cuando faltaba poco para ganar el premio le decíamos a un señor que se llamaba Lino, que media más de dos metros, bajábamos a los que estaban en el palo y este señor se subía, abrazaba el palo, y todos mis compañeros de la línea se subían y al final me ponían a mi porque era el más delgado, me sacaba el premio, se lo dejaba a los muchachos y luego nos lo repartíamos y cuando estaba toda la gente entretenida con el palo encebado soltaban de repente a un toro embolado, que en los cuernos le ponían unas bolas , todos los que bajaban lo querían torear, se llevaba a todos y todo mundo se echaba a correr. Tuve muchas experiencias muy bonitas en los toros, vi a grandes toreros, figuras que ya es difícil ver en la actualidad, pero era otra fiesta muy diferente a la que hay actualmente, y cuando no dejaba de ir a los toros fue cuando toreaba Daniel Caballero, mi sobrino, pero ahora ya no es como antes.


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