QUE VIVA LA FIESTA BRAVA! POR: óscar mejía

domingo, 24 de agosto de 2008

LECTURAS

Apodos De Costillares a Espartaco


Proceden, entre otros, de gentilicios, diminutivos, cualidades físicas, vegetales, profesiones personajes históricos


Luis Nieto


Desde el comienzo del toreo como profesión, un altísimo porcentaje de diestros, banderilleros y picadores se han anunciado como alias. Los apodos asumidos han estado relacionados con sus gentilicios, diminutivos, sus cualidades físicas, con términos animales y vegetales, con fenómenos atmosféricos, profesiones e incluso personajes históricos.


Sería casi interminable profundizar en el apodo de cada diestro, pero al menos sí podemos decir que desde el legendario Costillares (nacido en el sevillano barrio de San Bernardo en 1729) hasta Espartaco (Espartinas, 1962), incontables artistas han llevado e incluso universalizado su apodo, que por otro lado prende con mayor facilidad. No son muchos los que por Joaquín Rodríguez y Juan Antonio Ruiz sabrían reconocer a los legendarios Costillares y Espartaco, nombres ya grabados en oro en la memoria del pueblo.


La mayoría de los apodos tienen como referencia los lugares de procedencia o nacimiento de los toreros. Así, tienen marchamo regional: El Andaluz, El Aragonés, El Catalán o hasta el Gallego; provincial, como El Cordobés, El Madrileño o El Segoviano o de poblaciones, como El Ecijano, Bienvenida o Rondeño o los más recientes Jesulín de Ubrique, Morante de la Puebla, Eugenio de Mora, Agustín de Espartinas, Lima de Estepona o Morenito de Aranda.


Otros alias provienen de puntos distantes. Son apodos que aluden a zonas suramericanas como Argentino o Habanero. Incluso encontramos con varios Chinos e Indios, un Africano y un Oriental hasta llegar a Saib Kazar El Palestino.


También tienen mucho predicamento los apodos por diminutivos del nombre de pila, como Manolete (Manuel Rodríguez) o los actuales El Juli (Julián López) y Rafaelillo (Rafael Rubio). Asimismo están muy extendidos los que aluden al aspecto físico: Morenito, Rubio, Finito (de Córdoba, de Triana, etcétera), El Gordito, Cara Ancha y Chatillo.


En cuanto a animales, es sumamente conocida la dinastía sevillana de los Gallo, que cuando comenzaban en la profesión llevaban como apodo el de Gallito. Entre los últimos con este mote, Gallito de Tarifa. Pero hay muchos más: Lagartijo (Rafael Molina) -"porque se movía como una lagartija", recogía la revista La Lidia- Lagartija, Lince, El Lobo, Murciélago, Pajarillo, Pato, Puma, Conejo, El Grajo, Hurón, Periquito y hasta se ha contado con un Cucaracha y un Mariposa.

Algunos de estos toreros coincidieron en un cartel en 1894 y en La Lidia nos encontramos con un epigrama sumamente gracioso: "De refilón./ Dice en un cartel que se fija/ en la calle del espejo:/ 'Toros de Colmenar Viejo./ Matadores: Lagartijo,/ Gallo, Lobito y Conejo'./ Y uno que el anuncio ve/ así murmura enseguida:/ aseguro por mi fe,/ que eso no es una corrida,/ sino el arca de Noé".


A continuación destacan aquellos que indican oficios, comenzando por el legendario torero sevillano Costillares, cuyo apodo lo adquiere de su familia, que trabajaba en el matadero, entre costillas, de donde procedían los toreros sevillanos en sus orígenes. También llevó a gala un apodo relacionado con su oficio uno de los toreros sevillanos y más valientes de la historia, El Espartero (Manuel Jiménez), que trabajó en la espartería que sus padres tenían en La Alfalfa. Hay preponderancia de Carnicerito y Carnicero (hoy en día Carnicerito de Úbeda, matador de toros, sobrino de otro diestro, estilista, que puso en boga este apodo). Pero están representados casi todos los gremios. Por ejemplo, El Albañil, Comerciante, Chófer, Grabador, Herrero, Pescadero, Pollero, El Cabrero, Astronauta, El Camisero -que fue a la vez crítico taurino-, El Cobrador, El Sastre, Zapaterito -algunos de ellos de Sevilla-, Broncista, Cerrajero, El Ferroviario, El Taxista y hasta el inquietante Sepulturero; sin olvidar a El Doctor, torero que paradójicamente ingresó como paciente en la Clínica Sagrado Corazón tras una cornada grave en la Maestranza.


Con alias de Niño hay también una extensa relación. En Sevilla, El Niño de Osuna o el japonés Niño del Sol Naciente (retirado por un gravísimo percance), que reside en la capital. Con este apodo, alcanzó el grado de maestro, El Niño de la Capea (Pedro Gutiérrez Moya). Y últimamente lo han empleado Niño de la Taurina o Niño de Aranjuez, entre otros.


El clero se encuentra representado ampliamente por El Monaguillo, El Obispo, El Niño de las Monjas, El Pío y Fray Gaditano o el más reciente, el francés Julien Dusseing El Santo. Con evocación militar tenemos apodos como El Legionario o El Sargento.


En menor medida, pero que han sido muy curiosos, se encuentran aquellos relacionados con el mundo vegetal: El Platanito, Lechuga, Melones o Limonero. E incluso algunos toreros se han colocado remoquetes que aluden a fenómenos atmosféricos como El Trueno, Tormenta o Relámpago.


También hay un grupo que hace referencia a personajes históricos: Nerón, Napoleón o los más recientes: Espartaco y El Cid -en este caso, apellido-. Hay quien piensa, erróneamente, que Espartaco tomó ese apodo por Espartinas, su pueblo natal. Nada más lejos. A su padre, Antonio Ruiz lo bautizó como tal el apoderado El Pipo, descubridor de El Cordobés, quien le dijo: "Tú serás el mejor gladiador del toreo, como Espartaco lo fue de Roma".


En una época informatizada y alejada del campo, donde el universo campechano, familiar y próximo, era proclive a los apodos, el mundo taurino todavía es una reserva natural para los alias que nos sorprende desde todas sus vertientes: gentilicios, cualidades físicas, animales, vegetales, fenómenos atmosféricos, profesiones e incluso personajes históricos. Todo un tratado para eruditos.


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