EL FOMENTO DE LA FIESTA BRAVA
Se dice, por ahí, y no se si equivocadamente, que es necesario difundir la tauromaquia, por que la fiesta actualmente está en crisis. Esta afirmación no obstante, se contradice drásticamente con la realidad, si analizamos los datos y cifras que se manejan tanto internacionalmente como a nivel nacional. En España, se están realizando desde hace varios años, más de mil festejos anuales, entre corridas, novilladas y rejones; y, cerca de mil festejos adicionales, correspondientes a fiestas populares, en las que interviene el toro como eje fundamental.
No podría hablarse de una crisis tampoco, si consideramos el número de espectadores que han asistido a los festejos taurinos durante los últimos años, constituyéndose los toros, prácticamente en el segundo espectáculo de masas en España, Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador, solamente ubicado por detrás del fútbol. Se habla de que en España asisten a presenciar una corrida de toros, más de treinta millones de espectadores por temporada; y, si analizamos el caso de Ecuador, podemos constatar como durante la Feria de Quito, entre siete o nueve días, asisten cerca de cien mil personas.
Tampoco creo que podemos hablar de crisis respecto a la camada de toreros que se encuentran actualmente en el escalafón, donde existe una serie de figuras consagradas (Ponce, El Juli, Castella, El Cid, El Fundi, etc.), que conjuntamente con los jóvenes valores surgidos en los últimos años (Manzanares hijo, Perera, Talavante, etc.), garantizan una espectacular competencia en beneficio de los aficionados, y que decir, del retorno de José Tomás, que ha significado un revulsivo para la afición, llenando todas las Plazas donde se presenta, basta revisar el caso de la ciudad de Barcelona, (mal llamada antitaurina), donde varios meses antes de la presentación del torero en referencia, se vendieron a precios exorbitantes todas las localidades del aforo.
Menos aún podríamos hablar de una crisis ganadera, ya que por el contrario, estos últimos años han servido para superar a ese toro excesivamente gordo, bobalicón, y mansote que se caía constantemente en detrimento del espectáculo, común en los años ochenta y comienzos de los noventa, por un toro que ahora es mucho más atlético, con mejores hechuras, con mayor agresividad, movilidad, raza, bravura y transmisión, que garantiza en la mayoría de los casos la emoción del espectáculo. Respecto al toro, inclusive la Fiesta ha podido ir recuperando paulatinamente, esos encastes diferentes al Domecq, así vemos que ahora vuelven a aparecer en las Ferias de postín, Saltillos, Santa Colomas, Urcolas, Nuñez, Palhas, etc.
Mucho se habla también, de que existe una crisis respecto a la difusión del espectáculo en los medios de Comunicación. Sobre este punto, debemos ser conscientes, que en la actualidad, el hombre dispone de muchas más posibilidades de ocio que hace cincuenta años donde los toros eran un eje mediático, sin embargo, es interesante conocer, que programas como Tendido Cero, tienen altos niveles de audiencia, e incluso las ferias importantes en España, generan tal nivel de expectación en la audiencia, que la televisión privada y el cable, han comenzado a retransmitirlas por sistemas de prepago, así por ejemplo, Digital Plus, trasmitió el año pasado para sus abonados, toda la feria de San Isidro, la Feria de Sevilla, la de Zaragoza y otros festejos puntuales de interés. Además, el hecho de que la última temporada haya sido especialmente sangrienta en cuanto al número de heridos, así como el regreso de José Tomás a los ruedos, ha repercutido en que los medios de comunicación vuelvan a escribir y hablar de toros permanentemente.
Por estas consideraciones, podemos concluir que la necesidad de fomentar la tauromaquia, no se debe realmente al hecho de que los toros puedan estar en un momento de crisis.
Otros sectores manifiestan que es necesario promover la Tauromaquia como un mecanismo de defensa ante el protagonismo que han cobrado últimamente los grupos animalistas o antitaurinos. Es evidente, que el mundo y las nuevas generaciones, toman cada vez mayor conciencia, sobre la necesidad de contar con un entorno de respeto y cuidado a los animales como base de nuestro desarrollo sustentable. Y es también evidente, que los niveles de tolerancia del ser humano, respecto a las manifestaciones culturales en las que se involucran elementos de dolor, sufrimiento o sacrificio, aunque sea animal, se han reducido considerablemente. Incluso la propia fiesta brava ha tenido que ir evolucionando en el tiempo por este motivo, con ejemplos tan evidentes como la abolición de la media luna, o la imposición del peto, para evitar por ejemplo, el desagradable espectáculo que significaba observar “en directo”, el destripamiento de los caballos por parte del toro.
Sin embargo, no podemos dejar de reconocer, que antitaurinos y detractores de la fiesta han existido desde siempre, y pese a ello los toros no solo siguen existiendo, sino que cada vez es mayor el número de espectáculos taurinos que se realizan anualmente. Recordemos que ni si quiera una prohibición real, pudo impedir la propagación de esta manifestación cultural. Por eso, muchas personas, consideran que la fiesta y los toros se defienden por si solos, y quien sabe, quizá tengan razón. No obstante, no podemos tampoco desconocer el avance y protagonismo que han adquirido los movimientos antitaurinos a nivel Internacional y local. Ahí están las declaraciones de ciudades antitaurinas, como la de Barcelona en España, prohibiciones de que los menores de edad asistan a las corridas de toros, intentos a nivel del Parlamento Europeo para conseguir una prohibición total de las corridas, que finalmente fracasó. Y que decir del Ecuador, donde vimos lo que pasó con Cuenca, prohibiéndose la muerte del animal, y obligando a que de celebrarse corridas, éstas sean a la usanza portuguesa, desvirtuando la naturaleza elemental de éste espectáculo. Vimos también lo que pasó en Guayaquil hace un par de años, donde hubo hasta agresiones físicas de importancia, llegando una “bestia” seudoecologista, incluso a interponerse en el camino de la ambulancia que llevaba de emergencia a un torero que había sufrido una grave cornada en el cuello. Vimos lo que pasó en Baños, donde el Municipio, de lo que entiendo, ha prohibido el espectáculo y ha declarado a la ciudad como antitaurina. Y lo que es más grave aún, con gente de la Fundación Prodetauro a la que pertenezco, hemos comprobado como incluso en los decálogos de las agendas estudiantiles que se entregan a los niños de prestigiosos colegios del país, se condena expresamente a la tauromaquia, y se induce a los menores a repudiar la fiesta brava.
En consecuencia, si bien es cierto, que hay que preocuparse y precautelar nuestros derechos frente a lo que los movimientos antitaurinos puedan realizar, no es menos cierto, que el fomento de la Fiesta, no es una solución definitiva contra su accionar, dado que por más que lo intentemos, a un antitaurino, jamás vamos a lograr convencerle de que se convierta en taurino, ni creo que deba ser ese nuestro objetivo.
Sobre este punto, quizá en lo que si hemos fallado los taurinos, es en tratar de defender nuestra fiesta de los ataques recibidos, bajo el mismo argumento de siempre, es decir, defender el que los toros es la más hermosa de toda las artes. Ciertamente lo es, para nosotros, por lo que nos rasgamos las vestiduras hablando de Picasso, de Miró, de Alberti, de Botero, de García Lorca, de Roberto Domingo, etc, etc, sin darnos cuenta, de que existen cientos de argumentos de peso mucho más importantes para defender a la tauromaquia, sin aludir si quiera, al ejercicio de nuestros derechos y libertades constitucionales más elementales.
No hablamos por ejemplo, de la importancia ambiental que tiene la crianza del toro bravo, las miles de hectáreas que se conservan y protegen gracias a la no utilización comercial del terreno en el que se cría el toro (Se habla que solo en España se protegen más de 540.000).
Por que no hablamos de la importancia económica que tiene la Fiesta: cuantos cientos de millones se mueven en torno a las corridas de toros. Habría que preguntarle por ejemplo al Municipio de Quito que significa para la ciudad la realización de la Feria de Quito en cuanto a impuestos, alimentación, turismo, alojamientos, transporte, etc. etc.
Por que no hablamos de los puestos de trabajo y familias que viven del toro. En un manifiesto profesional que se presentó al Parlamento Europeo, se menciona que gracias a los toros, se generan más de 3.5 millones de jornadas de trabajo anuales solo en Europa.
Ahora bien, a esta altura de mi ponencia, ustedes se deben estar preguntando, por que este “loco”, que venía supuestamente a conversarnos sobre la necesidad de fomentar la Fiesta brava y que se dice pertenecer a una Fundación que difunde y defiende la tauromaquia, solo nos ha proporcionado argumentos que señalan que el fomento de la fiesta quizá no sea tan relevante o necesario.
Pues muy al contrario de lo que pueda parecer, personalmente estoy convencido de que tenemos la necesidad de promover y defender la tauromaquia, especialmente por dos consideraciones fundamentales:
A) La primera es una razón de subsistencia: ¿por qué de subsistencia? Porque solamente promoviendo la tauromaquia, difundiéndola, enseñando y compartiendo su riqueza con terceros, podremos garantizar el surgimiento de nuevas generaciones de aficionados. Si señores, si no nos preocupamos por crear nuevos aficionados, no podremos llenar las plazas de toros dentro de 20 años, en cuyo caso, nuestros hijos o nietos se habrán perdido la oportunidad de gozar de éste espectáculo tan singular y hermoso. Si no promocionamos la Fiesta, no nos derrotarán los antitaurinos, no señor, lo haremos nosotros mismo. Por eso, siempre he sido partidario de preocuparnos menos de las opiniones en contra, y más de generar opiniones a favor. Los toros son una manifestación cultural, que vive gracias a tener un gran nivel de aceptación popular. Los aficionados en el caso de Quito por ejemplo, debemos estar sumamente agradecidos, de esos 10.000 espectadores que no son expertos, ni conocen a cabalidad la Fiesta, pero que sin embargo llenan la plaza durante nuestra feria, por que disfrutan simplemente de la corrida, permitiendo con su presencia, sustentar los costos de un espectáculo realmente caro. Les pregunto a ustedes por ejemplo, si la empresa podría traer a el Juli o a Ponce, si a los toros solo asistieran esos 2000 aficionados de hueso colorado que existen en nuestra ciudad? Seguramente no, de ahí la necesidad de seguir promoviendo la Fiesta de los Toros, compartiéndola con la población no entendida y especialmente con la juventud, que se constituye hoy por hoy, en la esperanza de que las corridas de toros sigan siendo un espectáculo sustentable en los próximos años.
B) La segunda razón fundamental por la cual considero necesario trabajar por la promoción de la fiesta, es por una cuestión de generosidad. Si, ustedes y yo sabemos que la Fiesta Brava tiene inmersa en su naturaleza, una riqueza y un acervo cultural incomparable. Creo que es un deber y una obligación de todos los aficionados, compartir estos valores con quienes nos rodean. Por que no trabajamos por compartir el goce que se genera en nuestro espíritu por ejemplo, al contemplar como un becerro recién nacido se arranca en el campo a un vaquero, o el éxtasis que algunos de nosotros podemos sentir al contemplar simplemente una verónica de Curro Romero.
Les invito en consecuencia, a sepultar ese egoísmo natural que tenemos los taurinos, y que muchas veces nos impulsa a mirar con malos ojos cualquier comentario sobre la fiesta emitido por una persona no entendida. Compartamos nuestros conocimientos, promovamos con terceros la magia y riqueza de la tauromaquia, estoy seguro que los futuros aficionados nos lo agradecerán eternamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario