Tres faenas para el recuerdo
Por: Juan Antonio de Labra
Sábado, Mayo 17, 2008
La feria taurina de Aguascalientes deja varios aspectos para la reflexión, a partir de la base que la plaza Monumental registró una de las mejores asistencias de público de los últimos años. Este hecho se traduce en un balance positivo de cara al año venidero. Y es que la feria de San Marcos está llamada a convertirse en una de las más brillantes del planeta de los toros. Es cuestión de ofrecer un espectáculo con mayor redondez.
El “factor calendario” fue fundamental para la feria de San Marcos de 2008. Primeramente, porque la de Sevilla no coincidió y algunas de las figuras que actuaron en el coso del Baratillo –como Miguel Ángel Perera– cruzaron el Atlántico y vinieron a México. Además, el 25 de abril –día de San Marcos, Patrono de la capital hidrocálida– cayó en viernes y esta circunstancia favoreció para que se pudieran programar tres corridas al hilo con carteles muy rematados. Fue un prometedor arranque.
Otro factor determinante fue el larguísimo puente del 1 al 5 de mayo (Día del Trabajo y conmemoración de la Batalla de Puebla, respectivamente), que posibilitó la organización de cinco festejo al hilo, algo que no sucedía hace muchos años. De tal manera que muchos profesionales de la información y aficionados de diversas latitudes se dieron cita continuada desde el 25 de abril al 5 de mayo en Aguascalientes, con tres días sin corridas (28, 29 y 30 de abril).
La ocasión fue perfecta para hacer un viaje al país y combinar toros y turismo, un binomio del que deben tomar conciencia y sacar más provecho tanto las empresas taurinas como las autoridades gubernamentales.
Estas casualidades permitieron la puesta en marcha de un ciclo que mantuvo el interés durante estos dos primeros bloques de corridas, siendo el último fin de semana (corridas del 10 y 11 de mayo) el más flojo. La mejor apuesta hubiera sido mantener el nivel de los carteles hasta el final, con dos combinaciones fuertes, a pesar de que el sábado 10 de mayo se celebraba el Día de la Madre.
En el siguiente análisis solamente se menciona a los toreros que obtuvieron apéndices.
Los de afuera
La feria será recordada por el excelente nivel al que rayaron los toreros extranjeros, a diferencia de la irregularidad –salvo honrosas excepciones– que enseñaron los mexicanos. Y vaya que me pesa decirlo, pero es verdad.
Entre este ramillete de torerazos brillaron con luz propia José Tomás y Miguel Ángel Perera, que cautivaron al público. El de Galapagar desbordó su genio y el extremeño cortó un total de cinco orejas en dos actuaciones, y mantuvo una y hegemonía técnica y estética de altos vuelos.
José Tomás come aparte. Reapareció el sábado 26 de abril tras una década de ausencia y consiguió llenar la plaza. Su irrefutable vocación se patentizó en dos faenas de estrujante calado. Delante del primer toro de su lote, perteneciente al hierro de Teófilo Gómez, se sublimó toreando en redondo. Su faena al quinto mantuvo a la gente en el filo del asiento. Hondura y temeridad; pureza y valentía; capacidad y torería, son algunos atributos de este “inhumano” del toreo contemporáneo, auténtica figura de época. Cortó dos orejas que debieron ser cuatro si hubiera estado fino con el acero.
Cuando José Tomás dio la vuelta al ruedo al finalizar la lidia del quinto toro de la tarde, su reencuentro con la afición de Aguascalientes, fue una de las experiencias más gratificantes. No podía ocultarlo. Se le notaba en la sonrisa.
Perera reverdeció viejos laureles de su etapa novilleril, cuando cuajó una sensacional faena a un novillo de Los Martínez, en la feria de 2004. La versión de este nuevo Miguel Ángel está corregida y aumentada. Lo más impresionante fue observar el sitio que atesora; la pasmosa seguridad con la que anda por el ruedo y la facilidad para colocarse delante del toro y entre los pases. Se trata de un torero de elegante arrimón, pues manteniéndose en el terreno del toro nunca termina de invadirlo. Y desde esa distancia corta, sin llegar a ser encimista, ejecuta muletazos de un acabado formidable, sustentados en una depurada técnica y dotados de hondura y largueza.
La lección más significativa fue que cuajó al encastado “Cardenal”, de Pepe Garfias, al que hizo una faena de un acabado rotundo. Pero también fue capaz de cortar orejas sueltas a tres medios toros, ejemplares de escasas posibilidades, imponiéndose como eje –evocando a Paco Ojeda– con un empaque especial y una asombrosa pulcritud de procedimientos. Ahí precisamente estriba la valía de este espigado diestro, hijo pródigo de Puebla del Prior.
Si en la edición 2007 de la feria Sebastián Castella estuvo sensacional, cabe mencionar que este año su rendimiento bajó. Desde luego que entusiasmó su quietud, así como su desparpajo para ponerse en el sitio. Sin embargo, su segunda comparecencia estuvo manchada por varios enganchones de muleta y cinco desarmes. El de Beziers se vio obligado a regalar un toro para remontar la tarde del día 27 de abril y así fue como consiguió su segunda salida a hombros.
Antonio Barrera firmó una gran tarde, la del domingo 4 de mayo. En una solitaria actuación cortó cuatro orejas a un buen lote compuesto por toros de Fernando de la Mora. En este sentido, se le puede considerar como uno de los triunfadores más contundentes del ciclo. Ahora se le notó más maduro y sereno, e hizo gala de inteligencia y entrega para estar a la altura del compromiso. El triunfo de Antonio fue muy importante por donde se mire.
El colombiano Ricardo Rivera se presentó como matador de toros en Aguascalientes. Actuó en la “Oreja de Oro”, donde pasó inadvertido, y en la última corrida de la feria cortó dos orejas. En esta tarde, frente a un bravo toro de Medina Ibarra, manifestó que tiene un valor a prueba de fuego. Y si a veces se vio atrabancado, la bandera de su entrega ondeó con fuerza.
Los de casa
Israel Téllez protagonizó la gesta del serial, el sábado 10 de mayo, pues durante la corrida de la “Oreja de Oro” fue herido de consideración en el glúteo derecho mientras toreaba de capote. Sin miramientos volvió al toro de Carranco para banderillearlo y después le hizo una faena maciza que coronó de una magnífica estocada. Recibió un apéndice –que debieron ser dos, pues las había ganado pulso– y se marchó al hospital, donde fue operado de una cornada de tres trayectorias. Eso sí, se llevó el áureo trofeo concedido por la Asociación de Matadores.
Consciente de que debía redondear su participación en la feria, no quiso perderse la corrida del día siguiente y tuvo los arrestos de torear con los puntos de sutura en la herida. Volvió a enseñar su férrea disposición y obtuvo dos orejas. La hazaña del torero de Uriangato quedará como un hecho histórico en los anales de la monumental.
Después de una primera comparecencia muy revolucionada, Ignacio Garibay realizó uno de los dos mejores trasteos del ciclo. Fue con el toro “Galán”, de Mimiahuapam, la tarde del lunes 5 de mayo. La cadencia, y el ritmo y la calidad del capitalino, brillaron con intensidad desde que se abrió de capa. Mató de una soberbia estocada e, inexplicablemente, sólo le concedieron dos orejas. Aquella obra de arte debió ser premiada con el rabo del bravo ejemplar de don Alberto Bailleres.
Garibay está llamado a ser figura del toreo. Ojalá que siga con la misma mentalidad y ese toreo tan exquisito.
Aun sin cuajar una faena para el recuerdo, Zotoluco encabezó el triunfo de los espadas mexicanos con un balance de seis orejas cortadas en tres actuaciones. El torero de Azcapotzalco mantuvo su jerarquía y dio la batalla con un sólido argumento: la raza. La faena más destacada la realizó el viernes 25 de abril, cuando regaló un toro de Begoña al que le tumbó dos apéndices tras haber sufrido una fuerte paliza en el momento de entrar a matar. Al bravo “Cantador”, número 448, de Bernaldo de Quirós, le toreó bien a secas. El detalle negativo fue haber empañado la despedida de Eloy Cavazos, que no había triunfado. ¿Qué necesidad tenía Eulalio de regalar un toro si ya estaba asegurada su salida por la puerta grande? A una figura de la trascendencia histórica de Cavazos hay que respetarla.
Rafael Ortega no pudo emular sus triunfos de años pasados. Sin embargo, mostró su profesionalidad en dos actuaciones esforzadas. El domingo 27 de abril hizo su mejor faena y le cortó una oreja de peso a un buen toro de Reyes Huerta.
En su única actuación, José María Luévano dejó en claro que es un torero maduro digno de tomar en cuenta. Al encastado toro de Medina Ibarra que abrió plaza el 11 de mayo le plantó cara con determinación y le hizo una faena muy entonada que fue premiada con una oreja que le deja situado de cara a la feria del año entrante, donde sería grato verlo anunciado en dos carteles.
El juvenil Víctor Mora toreó tres corridas (número excesivo), una de ellas en sustitución de Joselito Adame que había toreado enfermo de gastroenteritis y tenía inflamado el hígado. En la primera tarde dejó ir un magnífico toro de Teófilo Gómez y el domingo 4 de mayo se sacó la espina al cortar la oreja a un manejable ejemplar de Fernando de la Mora. Aunque todavía le falta definir su estilo, fue el único torero mexicano de reciente alternativa que tocó pelo y justificó su inclusión en la feria.
Gastón Santos, hijo del famoso “Centauro Potosino”, vino a la feria a estrenar la alternativa que tomó en Portugal en julio pasado. Su actuación del lunes 5 de mayo, delante de un toro de Mimiahuapam, fue tan seria y torera que cosechó una oreja legítima. Gastón enseñó que lo suyo no es obra de la casualidad, sino de una preparación donde privan muchas horas de entrenamiento sobre los lomos de sus preciosos caballos de raza lusitana.
Los de plata
Los subalternos que actuaron en la feria cumplieron a cabalidad con sus funciones, pero sin demasiado relieve. Tanto los picadores estuvieron acertados –y en la mayoría de los casos breves– y de los banderilleros solamente logró desmonterarse el prometedor Armando Ramírez, que sigue madurando sin dejar de lado esa torería que no le cabe en el cuerpo.
Otros de los banderilleros destacados fueron Sergio González, Fermín Quiróz, Raúl Bacélis, los Kingston (padre e hijo) Alejandro Prado, Ricardo García “Caminito”, Gabriel Luna y el español Curro Molina. Tanto Héctor Rojas como Edgar Camacho, los dos aspirantes que tomar parte en algunas corridas, hicieron buen papel.
De los picadores cabe mencionar las entonadas actuaciones de los Salinas (Paco y Fermín), así como de Ignacio Meléndez, Mauro e Isabel Prado. Y en el renglón de los puntilleros volvió a lucir su seguridad Jesús Gutiérrez “El Callos”.
Toros puntuales
A diferencia del año pasado, la presentación de ciertos toros dejó mucho que desear. A algunas corridas les faltó el trapío que debe permear en una feria de esta envergadura. Es imperativo que la empresa tenga en cuenta que el público quiere ver un toro armonioso de hechuras, con morrillo y culata, y de pitones bien puestos. Vamos, ejemplares en tipo de las ganaderías y con la presencia adecuada. Sin exageraciones. No hay que esperar a que las protestas –que se escucharon de forma aislada y tímidamente– comiencen a generalizarse.
En cuanto al juego que dieron, ciertos ejemplares de distintos hierros salvaron el orgullo ganadero. Me congratulo especialmente del triunfo de Medina Ibarra, una ganadería local que vivía una inexplicable marginación. El juego que dieron por lo menos tres toros del encierro lidiado el domingo 11 de mayo, fue alentador de cara al futuro inmediato de esta vacada hidrocálida. De este encierro sobresalió el juego de “Y llegaste tú”, número 125, que embistió con bravura y calidad a la muleta de Fabián Barba.
El trapío de “Galán”, número 417, perteneciente al hierro de Mimiahuapam, provocó polémica ya que el toro solamente pesaba 453 kilos. Pertenecía a la misma camada, herrados con la letra “I” en la palomilla izquierda, pero se trataba de un ejemplar bajo y cortito, cuya caja no admitía tantos kilos. No obstante, se trató de un toro bravo y emotivo, que embistió humillado y con mucha clase.
“Cardenal”, número 107, del hierro de Pepe Garfias, fue otro de los toros de nota alta lidiados en la feria. No se cansó de embestir con bravura y transmisión a la muleta de Perera, siempre arando la arena con el morro y metiendo los riñones con enjundia. La destreza del extremeño le obligó a ir a más y el toro nunca desfalleció en el intento. Esta faena y la de Garibay a “Galán” fueron las de más compenetración entre toro y torero y, por ende, las más relevantes de la feria.
¡Ay, don Manuel!
Uno de los factores que propició polémica fue la desigual actuación de Manuel Ramírez de la Torre, el solitario juez de plaza que en esta ocasión presidió todas las corridas.
Al margen de la discusión acerca de tener dos jueces a lo largo del ciclo, lo que se echó en falta fue más sensibilidad y criterio. No es posible medir con diferente rasero la actuación de los toreros, o la incongruencia de permitir que se lidie un toro descuadrilado que acusa tan notoria invalidez desde antes de sortearse.
Me parece que la presión a la que fue sometido Manuel terminó por hacer mella en su ánimo y le nubló la vista. No es suficiente con ser buen aficionado; es preceptivo entender al público y sus reacciones para actuar en consecuencia.
Este asunto, el del juez de plaza para el año entrante, será sin duda uno de los puntos que la presidencia municipal de Aguascalientes deberá observar por el bien de la feria.
El juez de plaza debe velar por los intereses de la gente, y a la misma vez ser el encargado de evitar cualquier desorden público. Parece un contrasentido, pero en el equilibrio de ambas cosas estriba su buen desempeño.
Publicado en burladerodos.com
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